cotidianidad vibrante (parte I)
el aroma amor-a de la higuera se intensifica en verano, la huelo a unos quinientos metros de mi escritura. un ratito de dulzor al fresquito de la lluvia que se combina con este lunes de julio que quisiera que se repitiera en el tiempo.
en la cocina. sentada en el banco de madera, frente a un botecito de cristal a medio llenar para que la hierbabuena que me dio la Mari, la de la tiendita, pueda crecer y después, ser trasplantada a una maceta más grande. desde aquí no alcanzo a olerla, por eso, de vez en cuando, alzo la mirada, dejo de teclear y paso mis yemas por sus hojas. ahora sí, respiro profundamente, me embriago de su olor. vuelvo a dejarla donde estaba. descansando. mira a través del cristal.
𓅮
parece que estoy tomando decisiones adecuadas que permiten descalzarme en un arroyo y darle de beber a Avve cuando el calor aprieta. el largo tiempo de ojos livianos.
acerco esta memoria al cora para que, al menos, vuelva a mí la primavera que viene, como los vencejos que crían en este norte. cada año nos honran con su presencia estas pequeñas aves estivales, sin embargo, no les mostramos la gratitud que merecen: destruimos los nidos que con tanta paciencia construyen, un hogar para siempre que puede que no encuentren al regresar a esa misma cavidad después de recorrer veinte mil kilómetros desde diferentes puntos de África para ampliar la familia.
voy caminando por caminar. una ausencia. una pregunta me roza:
¿el año pasado no había ahí un nido? Avve y yo nos miramos. ella sigue olfateando, empujando mi duelo al olvido.
𓅮
viajar en furgoneta coincide con una materialidad del tiempo que reclama y ofrece poner atención en el momento presente.
cedo al placer.
hundo los dedos en tus costillas abrazándote por detrás.
un desayuno tímido inaugura nuestro día, descafeinado con bebida vegetal y unas tostadas de mermelada de melocotón sin azúcar. buenosdíasamor
la perrita abre la boca, se despereza dejando sus blancos colmillos a la vista, los pelos del hocico se le tensan y abre su cuerpo a la mañana.
mientras sorbo el café W. susurra mi nombre y me giro con lentitud. primero con la mirada, después con todo el cuerpo. para mi felicidad es un ave que tenía muchas ganas de ver y que nunca antes había avistado, pero de la que mamá me trajo una pluma al salir del trabajo.
la busco en mi cuaderno para vosotras. veo la fecha. de esto ya pasaron más de dos años:
es el arrendajo (Cyanocitta cristata)! no puedo contener la emoción al distinguir sus plumas azules franqueadas de negro y blanco. me sorprende su gran tamaño, hasta ahora pensaba que tenía la dimensión de un carbonero, herrerillo o verdecillo, sin embargo, les triplica en dimensiones. en este primer contacto con el ave aprendí que entierran frutos que recolectan favoreciendo la reforestación, y que puedes imaginar una criatura para después sorprenderte.
Chiribitas
el directo para ver a la familia de vencejo pálido está enmarcado dentro de un proyecto interdisciplinar: “Vencejos Medianeros, observación y seguimiento del vencejo pálido desde el ámbito educativo”.
el sabor de este texto escuchando a Sen Senra - La belleza.
una nueva vida el 8 de julio.